Martes, 28 de mayo de 2013
Rodolfo Alonso, director
de la nueva colección La Gran Poesía
Feliz zambullida a la
poesía
El poeta y editor habla
de la Editorial Universitaria Villa María, que abre su colección con antologías
de Charles Baudelaire y Dino Campana: “Tenemos las mayores ambiciones y las
mayores exigencias, tanto como conciencia de nuestras limitaciones”.
La lengua de la memoria se
suelta. “Parece mentira”, dice el poeta Rodolfo Alonso, director de la nueva
colección La Gran Poesía, editada por Eduvim, que presenta dos antologías
bilingües: Mi bella tenebrosa, de Charles Baudelaire, y Cantos órficos, de Dino
Campana, el próximo miércoles en la Biblioteca Nacional, junto con Daniel
Freidemberg y Cristina Banegas. “Todo empezó en México, a comienzos de mayo de
2012, y ya tenemos los dos primeros títulos”, celebra. “Yo estaba en Xalapa,
presentando mis Poemas pendientes, editados por la Universidad Veracruzana, y
la poesía completa de Juan Gelman.” Entonces conoció a Carlos Gazzera, director
de la Editorial Universitaria Villa María (Eduvim), un sello que es como “la
Eudeba del interior”. Gazzera le propuso el proyecto y el poeta no dudó.
“Acepté de inmediato. ¡Si era un sueño cumplido!”, reconoce Alonso. El destino
manifiesto de esta colección es “la resurrección de obras y autores tan
esenciales como ninguneados, casi desaparecidos”. “Los lectores de hoy se
merecen conocer a los grandes maestros de la poesía moderna y de la alta
vanguardia. No acepto que la oprimente sociedad del espectáculo logre implantar
aquel lúcido aserto de Discépolo en su premonitorio tango ‘Cambalache’, de
1935: ‘¡Todo es igual! ¡Nada es mejor!’.”
Alonso fue el más joven de Poesía Buenos Aires, revista de creación, reflexión
y traducción. “Alrededor de los 22, Edgar Bayley me propone los ensayos de
Pavese, que traduje con Hugo Gola. Después, Aldo Pellegrini me invita a
traducir Pessoa, por primera vez en América latina y primera de los heterónimos
en castellano. Casi a la vez, Aldo me encarga una gran antología de Ungaretti,
y Lautaro, la poesía completa de Pavese. En el ’66, un joven alemán, Klaus
Vervuert, se presentó en casa para que traduzcamos juntos poesía alemana de
posguerra. Fuimos de los primeros con poemas de Paul Celan. Y, siempre para mi
asombro, todo eso fue sólo el comienzo”, subraya el poeta, traductor y editor
en diálogo con Página/12.
–¿Por qué decidió empezar
la colección con Baudelaire y Dino Campana?
–Mi bella tenebrosa,
antología esencial de Charles Baudelaire, porque es el padre de la poesía
moderna. Y el primer “poeta maldito”, una persona excepcional. Las flores del
mal o sus Pequeños poemas en prosa son dos obras maestras. Pero como crítico
agudo, incluso en arte fue pionero. Y como traductor, primero en hacerlo con
(Edgar Allan) Poe, ese norteamericano de quien desciende la poesía europea
moderna, de Baudelaire a Mallarmé. Cantos órficos, antología del único libro
homónimo que editó Dino Campana, porque es otra gran figura de alta dimensión,
también poeta maldito pero mucho más aislado, menos percibido. Autor de ese
solo libro, de increíble originalidad y resonancia, vivió y murió en hospicios.
Y estuvo en Argentina, en La Pampa. Y le dejó huellas tan hondas que no sólo
aparecen explícitas en varios poemas, sino que fueron su blasón, el lema que
orientó toda su obra.
–¿Cuáles serán los
títulos que se lanzarán durante este año?
–La razón ardiente,
antología esencial de Guillaume Apollinaire, otro poeta extraordinario;
Dentro-de luz, casi un inédito de Miguel Hernández; y otra antología: La
asesina rubia, de Emily Dickinson, en versión de Raúl Gustavo Aguirre. Seguirán
Lluvia oblicua, dos tomos de poesía portuguesa del siglo XIX al XX; Airiños,
airiños aires, antología de Rosalía de Castro; Poesía francesa moderna, otra
versión de Aguirre; todo lo que queda de Safo de Lebos, traducida por Oscar
Andrieu; Cartas sobre la Poesía, de Mallarmé; España, aparta de mí este cáliz,
del gran peruano universal César Vallejo; Los textos fundamentales de la poesía
moderna, de Baudelaire, Mallarmé y Rimbaud. Haré lo imposible por reeditar a
Ricardo E. Molinari, ausencia escandalosa e injusta. Y la célebre antología de
René Char que logró Aguirre.
–¿Qué poetas le parecen
ineludibles cuando hablamos de poesía universal?
–Imaginarse capacitado
para abarcar toda la gran poesía universal, más que utopía es delirio. No sólo
por sus dominios y alcances, infinitos en tiempo o espacio. Sino por nuestros
condicionamientos concretos: especialistas, antólogos, críticos, traductores y
hasta textos efectivamente disponibles. Aun así, tenemos las mayores ambiciones
y las mayores exigencias, tanto como conciencia de nuestras limitaciones. Yo
asumo el riesgo. Y la dicha de encararlo. Precisamente en la época que nos toca
vivir, controlados y regidos por la tecnolatría, por el ruido universal y
ubicuo, por la dictadura del mercado y la marea abrumadora de banalidad
globalizada. Como predijo Baudelaire, la poesía “se hace negación de la
iniquidad”.
–Algunos dicen que Eduvim
es como “la Eudeba del interior”. ¿Qué opina usted?
–El catálogo más que
respetable de Eduvim, sello editorial de la Universidad Nacional de Villa
María, hace que se aluda a ella como “la Eudeba del interior”. O sea, una gran
editorial universitaria, de amplios criterios humanistas y sin fines de lucro,
con vocación de servicio y que no sólo aspira –ya lo está haciendo– a cubrir
desde Córdoba el país entero, sin olvidar la capital, sino extenderse mucho más
allá, sobre todo a través de redes interuniversitarias regionales. Formar parte
de ese proyecto con una colección dedicada exclusivamente a La Gran Poesía es
una alegría y un honor. Que asumo como un compromiso personal. Con sagrado
respeto por la “gloria de la lengua”, como bien dijo Dante. Y con la máxima
calidad, no sólo en su factura, sino en la forma de hacerla realmente pública,
en ponerla al alcance. Como nunca debió dejar de ser.
* La Gran Poesía se
presenta mañana a las 19 en la Biblioteca Nacional (Agüero 2502).
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